Al subir o bajar de La Chorrera…

El Mesón Despeñalagua cumple 25 años. ¿Quién no ha parado y repostado alguna vez en él subiendo o bajando de la era o de las Chorreras de su nombre? Durante todo este tiempo ha sido referencia y parada obligada para remediar nuestras crisis de sed, afanes de tertulia o momentos de celebración. Estamos de bodas de plata.

Sole, al frente, ha visto pasar por su barra y su comedor a todo el pueblo. Desde que comenzó con «Chini» su andadura, casi locura, hasta la feliz reapertura después de los años negros de la pandemia. Además de José Manuel “Chini”, su padre Gregorio puso muchas piedras y muchas pizarras para levantar el edificio y su madre, Carmen, ha estado a su lado junto a los pucheros mucho tiempo. Los dos todavía lo están cuando desde el Portalejo miran hacia arriba y piensan en las tareas de los fogones y en los apuros de los momentos de apretón. Y muchos chicos del pueblo, y de fuera, han compartido y algunos todavía lo hacen, los momentos de agobio en la barra a la hora del vermouth, cuando llega una excursión o cuando el comedor bulle en los días y horas punta. Aunque también hay momentos de soledad, cuando nadie se acerca a tomar un café, departir en la barra o echar unas risas. Todos los que fueron sus colaboradores están en el corazón de Sole, en el reconocimiento de los clientes y en el recuerdo de los valverdeños.

Desde aquel nueve Abril de 1998 han pasado muchas cosas: gente que se ha ido para siempre, la casa del “palomar», reformas y mejoras, jornadas interminables, el mundial de fútbol, el cierre obligado por el confinamiento, adaptaciones de horarios… Bodas, comuniones, cumpleaños, visita del obispo, programas de televisión, comidas de la Octava y, por supuesto comidas y cenas de San Ildefonso, han jalonado la vida del local.

Quizás la noche de la Chinela, 22-23 de Enero, sea uno de los momentos más entrañables para el mesón: gentes de toda la sierra, amigos, familia… Las dulzainas se dejan oír y hay quien se anima con una danza de aires celtas ejecutada en corro confraternizador. Después arderá la chinela, seguirá la música de dulzaina castellana y más tarde unas copas o un cubata. Que no decaiga.

Varios Platos de Oro, un Premio de Radio Turismo, un Broche Gastronómico y muchas excelentes opiniones en las redes adornan los estantes de su comedor y el corazón de Sole. La mesonera lo agradece, pero se queja de que no se pueda dar servicio a quienes se acercan, masivamente, en los días punta (Semana Santa, Puentes de Mayo, fiesta de la Octava…). Les cambiaría la reserva a días con menos presión y mejores posibilidades de agradar. Hay muchos fines de semana en el año y muchos días laborables que merecen la visita: por el pueblo y por los locales.

Felicidades para Sole y su equipo y que disfrutemos de su barra y de su sala durante muchos años. Allí nos espera con sus croquetas de corzo, judías de matanza, carrillada, cordero lechal o postres caseros, todo marca de la casa.

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