Luna de Enero en Ocejón (Por Fernando Latorre Atance)

La primera subida nocturna a Ocejón de un grupo de simpatizantes de Valverde y Zarzuela se produjo hace unos cuarenta años, de la mano (de los pies) de un grupo de amigos, Nacho, Juanjo, Javier, David, Fernando…, seguida de muchas más ascensiones en la primera luna llena del año y de nueva compañía (Doroteo, Diego, María, Imelda…). Hoy, Fernando Latorre, casi vecino de Zarzuela, recuerda aquellas primeras ascensiones, homenajea a sus protagonistas y nos cuenta la experiencia al filo de la luna de Enero:
«Los primeros “homo sapiens” llegaron al valle de Despeñalagua por el norte. El paraje le pareció ideal al jefe del clan, al resguardo de los montes que dejaban atrás, con agua abundante y buena caza de corzos, jabalíes, caballos y uros. Entre sus ritos estaba el hacer una ceremonia de agradecimiento y plegaria a los espíritus, a los astros, para que la caza les fuera propicia y el asentamiento estuviera libre de peligros.
La luna venía creciendo los últimos días y esa noche estaría en plenitud. El chamán pensó que ese era el momento ideal para la ceremonia y con todos los cazadores del clan inició el ascenso al punto más alto y esperaron a que la luna estuviera en su cenit para iniciar el rito. Las semanas siguientes fueron ricas en caza y supieron que los espíritus de la luna y el agua, del sol y del bosque les eran favorables. Después, cada doce lunas los cazadores del clan subían a Ocejón y renovaban su rito ante la luna. Este fue el origen de la subida al monte Ocejón con luna llena.
¡ Mentira !

Javier Borobia y José Antonio Alonso en la casa del ayuntamiento en imagen de Santiago Bernal
A veces los ritos y las tradiciones nacen sin épica, sin propósito, por coincidencia. Luego se va completando, se ponen los detalles y se deja que el tiempo lo consolide o lo disuelva.
Un grupo de seis amigos, aficionados a salir de marcha, no de juerga por las discotecas, sino de marchar, de andar por la sierra y por el campo, de acampar cuando se podía acampar y hacer fuego, después de enamorarnos de la Sierra Norte de Guadalajara, alquilamos al Ayuntamiento de Valverde la vivienda que había encima del local municipal. No he podido concretar la fecha pero hará unos cuarenta años de esto. Y la amistad se celebra, y había que celebrar la casa y fijamos una fecha, un fin de semana que todos pudiéramos, pasadas la fiestas de Navidad, que hay que estar con la familia.
David y yo fuimos al mercado Maravillas y compramos una dorada espectacular y gambas. Y preparamos una ensalada, y unos aperitivos de jamón y queso. Y unas gildas. Y piña natural de postre. Y cada uno llevó un buen vino.

Imagen nocturna desde la era tomada por Verónica Bautista
Cenamos disfrutando de la comida y de la amistad; nos reímos de las anécdotas pasadas juntos; hicimos, sin esfuerzo, hablar a Javier, soñamos con la música de Víctor. La noche era espléndida y alguien propuso:
- “Vamos a tomar la última copa a la era, que hace una noche preciosa”.
La luna estaba ya bastante alta, iluminaba la era y el pueblo y hacia el Ocejon se veían brillar las Chorreras. Hacía frío, estaba helando, pero no hacía viento y la sensación era de lo más placentera.
- “¿Nos acercamos a las Chorreras?”
Las mujeres, prudentes, volvieron a la casa. Los amigos, sin pensarlo mucho, comenzaron a alejarse por el camino y entre bromas y risas llegaron a la bifurcación del camino. A la derecha Ocejón, a la izquierda, las Chorreras. Juanjo y Nacho, que iban delante, eligieron la derecha. Alguien dijo que se habían equivocado, que no era ese el camino a las Chorreras, pero, bueno, pues hasta donde lleguemos. Yo nunca había subido antes al Ocejón.
La subida arruinó para siempre unos “martinelli” recién estrenados, pero todos unidos, en el vértice geodésico, mirando el resplandor de Madrid, de Guadalajara, la sierra…, con la serenidad de la noche y con la ilusión de haber hecho algo inesperado, espontáneo, con el frío calándonos los huesos…, surgió por si sólo:
- ”Esto hay que repetirlo.”

El majano y las luces de Madrid vistas por Gonzalo Benito
Pasaron unos meses, cada uno con sus actividades. Preparamos la marcha de primavera y la de otoño y Javier puso la fecha. Subimos al Ocejón en el plenilunio después de Reyes. Esa es la fecha para repetirlo, y desde entonces, en el fin de semana más cercano al plenilunio después de Reyes un grupo de amigos, que ha ido cambiando, aumentando, disminuyendo, se juntan para cenar en Valverde, o en Zarzuela, que el grupo de amigos acabó haciendo casa en Zarzuela, y después se intenta la subida. No siempre se logra, por la niebla, por la lluvia, por lo que sea, pero siempre se intenta.

Amanecer en Ocejón, cuando todavía había majano
No hubo épica en su comienzo, pero la espontaneidad de esa primera subida tuvo la fuerza de empujar casi durante cuarenta años el que se quiera seguir celebrando la amistad, la buena mesa y la vida sana pateando el monte y, ya que es de noche, que, al menos haya luna. Este año la luna llena será el 13 de enero, supongo que el 11 de enero, sábado, se juntarán a cenar, en la Casa de Abajo los caminantes nocturnos en su rito de subida como los primeros “homo sapiens” que llegaron al valle de Despeñalagua por el norte».

Una imagen matutina de la luna por encima de….
Las fotos utilizadas fueron realizadas por Santiago Bernal, Verónica Bautista, Gonzalo Benito y el titular de este blog.