Zarzuela, de fiesta

Nuestro pueblo anejo, Zarzuela, celebra este fin de semana su fiesta en honor de la Virgen del Buen Suceso. Recordamos un poco su historia y la de la fiesta.

La primera iglesia de Zarzuela ya estaba dedicada a la Virgen del Buen Suceso. Fue fundada, al parecer, por el sacerdote Francisco Gamo, originario del pueblo, que reconoce en 1681 haber sido el fundador de ella y ordena sea sepultado vestido de presbítero, a los pies del altar, y se digan misas en su memoria. (JA Marco, Valverde de los Arroyos, parroquia y parroquianos,  p. 143). En ella existía un pequeño campanario, no de espadaña, y la sacristía estaba detrás del altar. El tejado era todo de teja, menos los aleros que eran de pizarra, estructura denominada pizarroz.

Se derruyó toda ella a finales de los años cincuenta y se construyó la actual un poco más grande. Durante el tiempo que duraron las obras los feligreses se desplazaban a Valverde y en las fiestas señaladas, sobre todo en la de la titular, en Septiembre, fin de semana siguiente a la celebración de la Virgen de Enebrales, la misa se celebraba en el “huerto del peral”, junto a la fuente. En dicha ocasión se trasladaba el armónium desde Valverde a Zarzuela por el camino, cogido de las asas y así recuerdan muchas personas al tío Cándido y al tío Gregorio trasponiendo por Las Cruces. La campana actual fue colocada durante el periodo de párroco de D. Javier García y el yugo fue fabricado por Jesús Mesón.

Las imágenes fueron destruidas durante la guerra civil y al rehacer la iglesia se encargaron otras. Existen dos imágenes de la Virgen en la iglesia de Zarzuela. Cuando encargaron una imagen  de la Virgen (costeada por Crescencia Gordo) trajeron por equivocación “la morena”, una virgen de Montserrat. Posteriormente trajeron la del Buen Suceso, (momento que se recoge en la fotografía cedida por Dora Gordo con los feligreses alrededor del párroco, D. Jaime), que era la que correspondía, y al final se quedaron con las dos.

La procesión recorría las calles del pueblo con su imagen, más o menos como ahora. Es de destacar, como se comprueba en las fotografías que se conservan, de mano de D. Pedro Blanco, que se portaba un Ramo de Rosquillas parecido al que sale en la procesión de la Octava en Valverde. Tanto la forma como la fórmula de las rosquillas eran similares a las de Valverde.

Existe una canción dedicada a la Virgen de autor desconocido que reza de la siguiente manera

“Virgen del Buen Suceso, nuestra amada patrona, hoy queremos cantarte, hoy queremos amarte como nos amas tú. Virgen del Buen Suceso, tú nos llevas a Cristo, nuestro hermano mayor”.

Acabada la procesión y tras la subasta de las andas, la comida reunía a todos los vecinos que acogían en sus casas a los demás visitantes, familiares o no, casi todos de Valverde. Lo más corriente era un arroz con pollo y/o conejo, que se consumía a partir de la sartén colocada en el centro de la mesa.

Por la tarde es cuando se celebraba la “fiesta del pollo”, aunque en años anteriores se celebraba el segundo día de la fiesta. Había que inscribirse y pagar una cantidad, últimamente un duro por cada tirada de piedra, y el pollo era para el que le acertaba produciendo el fallecimiento del animal, certificado por una de los organizadores, experto en el tema. En los años noventa se suspendió esta parte de la fiesta por iniciativa de los propios vecinos.

Tanto en la tarde de la víspera como en la del día de la fiesta el baile se celebraba en la plaza. Los mozos oficiaban su cortejo particular y hacían ronda con el tambor, que dicen es el actual de los danzantes. En la ronda los mozos obsequiaban a las mozas con uvas, en ese momento en sazón, y, por supuesto, animaban el baile con el zumo de la uva fermentado. Eran los mozos de Zarzuela, acompañados de los de Valverde los que lo amenizaban, al son de sus instrumentos, habitualmente laúdes y guitarras.

En los últimos años la fiesta había decaído un tanto, por la ausencia de población y por las fechas en que se celebraba, lo que ha motivado su traslado, al menos este año, al tercer fin de semana de agosto. En todo caso, sigue siendo una fecha entrañable para los vecinos de Valverde y Zarzuela y persiste el deseo de celebrarla juntos.

Y en el horizonte inmediato, por debajo de sus omnipresentes Piquerinas, la amenaza de la despoblación, el empuje de algunos valientes emprendedores manteniendo casas y alojamientos, el propósito de remozar la iglesia en muros, pórtico y pintura, su infrautilizado helipuerto y la prometedora plataforma para la observación astronómica.

Y el deseo de que la fiesta no decaiga,  de que vuelvan las rosquillas y de que  regresen, al menos en este día, todos los hijos y descendientes,

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