Carta del Pueblo nº 9 – Diciembre de 1980 (J.F. Benito)

Llegaba la Navidad, y a ella se dedica buena parte del editorial de este número, que se completa con una especie de balance de actividades de la Asociación y una mención, con comprensible orgullo, a esta publicación, Carta del Pueblo.

En el interior, Emilio Robledo nos muestra el cuadro de propietarios del Cuartelejo, José María aporta un imaginativo relato sobre Ocejón y Josefer incluye un nostálgico poema navideño.

Pasatiempos, un poco de heráldica y vocabulario popular completan, junto al rústico romance que trascribimos a continuación, este número nueve.

Sobre este romance, algunos datos interesantes. Uno : se fecha en 1910 ; dos : lo escribe Tiburcio Moreno Borlaf, maestro y secretario; tres: lo recitan, cantándolo por Carnaval, los niños de la escuela; cuatro : lo memorizó Victoriano Benito.

(Lee aquí la Carta del Pueblo original completa: https://valverdedeocejon.com/wp-content/uploads/2023/05/Carta-9.pdf

       CARNAVALES 1910

Ya lo sabe el pueblo entero que el tio Pedrete compró
un cochinejo en Tortuero y con un riscal lo ató.
El pobre hombre, con paciencia con él a casa llegó,
y luego, a los pocos días, el cochinejo enfermó.
El cochino no comía, ni le ensanchaba la panza,
y por eso el tio Pedrete trató de hacer la matanza.
Una vez ya preparados el tio Pedro y la Matea
obligan al animal a que suba la escalera.
Y llevarle a la cocina para en ella darle muerte
y socarrarle en la lumbre para que nadie se entere.
Ya que pueden conseguir el poder trabar al cerdo,
afanando y con trabajo le ponen en el trasfuego.
Con el cuchillo en la mano dice al cochino Pedrete:
prepárate y reza el credo, que te voy a dar la muerte.
Y mientras rezaba el credo la Matea se acercaba
con la cuchara y caldero.
El tio Pedro le pinchó y ver la sangre esperaba;
el cochino se asfixió, gota de sangre no daba.
Creyendo que estaba muerto, el tio Pedro le soltó,
bajó por las escaleras y al cuarto el telar entró.
El animal en el cuarto asfixiado allí murió
bajo las exprimideras, y allí se le socarró.
Con un brazado de helechos han tapado la ventana
pa que no se entere el pueblo y pa que el humo no salga.
El tio Bernardino, entonces, al ver el humo salir
sale y se acerca a la puerta a ver lo que pasa allí.
Sale el tio Pedro a la calle y dice al tio Bernardino:
no ze apure uzté que estoy zocarrando a mi cochino.
Pedro dice a la Matea: Matea, baja la faca
pa abrir el vientre al cochino, pero se quedó admirado
al mirar los intestinos.
Todos negros, como el humo y a la vez ensangrentados,
pero no era de extrañar puesto que murió asfixiado.
Luego el menudo del cerdo de noche van a lavar,
apenas han empezado, la zorra empieza a guarrear.
Se vuelven acelerados el matrimonio querido
y se vuelven sin lavar cuajo, tripas e intestinos.
Ya tienen hecho el condumio para llenar la morcilla,
y dicen que de seguro no les toca la polilla.
Dios quiera que con salud la Matea y el tio Pedro
afanen pa arreglar otro en el año venidero.
Y a los niños de la escuela, para poder explicarlo,
y a tos los que nos escuchan para dar buen aguinaldo.
Dejémonos del tio Pedro, que es la hora la merienda
no sea que las gallinas o los perros o los gatos
metan mano a las tortillas y después rompan los platos.
Y a todos les invitamos pero tienen que llevar
un quintal de lomos magros.
Y a la señora Justicia, pero tiene que llevar
un quintal de longanizas.

 Victoriano Benito/ Mariano Chicharro/ Javier Merino

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