Bernal y Valverde se homenajean mutuamente en un gran libro (Por Jesús Orea)
El pasado jueves, 4 de mayo, con el recuerdo del Día del Libro aún reciente y en las vísperas ya de la Feria también del Libro de Guadalajara (la castellana, la española, no confundir con la tapatía y su celebérrima y prestigiosa feria editorial), se presentó en la sala multiusos del Centro San José “El Libro Fotográfico de Valverde de los Arroyos”, de Santiago Bernal, al que ha puesto unos magníficos textos ese valverdeño militante, médico, investigador y escritor que es José María Alonso Gordo. Yo he aportado el prólogo, al que decidí poner un largo titular, casi tanto como el camino que lleva a Ocejón desde las Eras del Agua en un día de invierno: “Palabras para un (buen) amigo, un (precioso) libro y un pueblo bellísimo”. Hay ocasiones en que lo breve no es dos veces bueno y otras en que lo extenso puede ser bueno, aunque solo sea una.
La sala del San José —gentilmente cedida por la Diputación Provincial, institución patrocinadora del libro y representada en el acto por la Diputada de Cultura, Teresa Franco—, pese a la buena tarde que hacía y las muchas convocatorias culturales que coincidían a la misma hora, se llenó de un público que arropó cálidamente la presentación de la obra, algo que es noticia en sí mismo pues este tipo de actos no es habitual que congreguen tanta expectación ya que ni la cultura, en general, ni el libro, en particular, están de moda. Y ya sabemos dónde va la gente…
El libro, desde un punto de vista material, es un auténtico “bombón”, o un “lujo” —como acertadamente lo calificó el autor de los textos— o una “joya”, como lo adjetivó uno de los presentes en cuanto lo tuvo en sus manos y lo pudo hojear —pasar las hojas— y ojear —echar un vistazo—; el castellano es tan rico y sorprendente que hasta a las palabras homófonas, pero con distinta ortografía, puede convertirlas en sinónimas, o casi. Su gran formato, 28 X 28 cms., la tapa dura con guardas de un verde tan intenso que parecen las eras valverdeñas tras un chaparrón de lluvia mañanera el día de la Octava, su papel couché brillo del gramaje adecuado y su excelente diseño y maquetación —obra de Águeda Herrera y Aache, o sea, una apuesta segura— se han puesto al servicio de las magníficas fotografías del recordado Santiago Bernal que articulan y dan el contenido principal a la obra. Bernal —el “tío” Bernal, como lo llamaba con total respeto y deferencia el también recordado Paco, el tabernero de Valverde oriundo del anejo, Zarzuelilla— era segoviano de nación, guadalajareño de adopción y castellano de vocación, pero también valverdeño y atencino de corazón.
Sin duda alguna, Valverde y Atienza, como Alonso Gordo afirmó con tino en la presentación del libro, habrían sido los pueblos por los que Santiago habría optado si hubiera dependido de él la posibilidad de elegir un lugar para nacer en esta provincia, a la que llegó en 1955, de la que se enamoró de por vida y en la que echó raíces y ramas. Bernal fue un fotógrafo humanista —de la llamada Escuela de Madrid— y una persona muy humana. En Atienza y Valverde encontró dos excepcionales momentos festivos —La Caballada y la Octava del Corpus—, dos lugares realmente singulares y bellos y tan buenas gentes en ambos que desde que fue por primera vez a ellos, jamás dejó de volver. Y él recompensó tanta belleza y amistad como encontró en estos lugares haciendo miles de fotografías, de las que unas cuantas decenas terminaron dando cuerpo a dos libros fotográficos, el que editó en 2012 sobre Atienza, y este póstumo de Valverde.
Si Bernal habla, casi abruma, con la calidad de las fotografías que ilustran su extraordinario libro valverdeño, los textos de José María Alonso son pura elocuencia en tono de susurro —porque él jamás levanta la voz, consciente de que los gritos solo contaminan los mensajes— son oportunos, necesarios y, además de dialogar estupendamente con las imágenes, se constituyen en elocuentes y extensos, pero bien medidos pies de foto que nos hablan del lugar, de la Octava, de la naturaleza, de la tradición y de las gentes, de las muy buenas gentes de Valverde.
Los tres hijos de Santiago, con Mario como referente, han llevado a “cosa hecha” las cosas que él dejó por hacer, anotadas en un cuaderno, cuando le sobrevino la muerte disfrazada de puñetero virus en agosto de 2021. Asunción, su bendita y para él y sus hijos tan necesaria mujer/madre, murió el pasado mes de abril. La emoción en el acto por el recuerdo de ambos embargó a sus hijos y nos conmovió a todos.
Este libro fotográfico valverdeño de Bernal es su obra póstuma y un homenaje que pueblo y fotógrafo se rinden mutuamente porque Valverde siempre puso su mejor cara posando para Santiago y él lo agradeció con algunas de sus mejores fotografías. Y él era y ya será para siempre, uno de los más grandes fotógrafos españoles. Y un estupendo amigo, se lo aseguro.
Jesús OREA
(Nota del blog: El día 17 de Junio, víspera de la Octava, se presentará solemnemente en Valverde el Libro fotográfico de Valverde de los Arroyos). Las fotografías utilizadas en esta entrada han sido cedidas gentilmente por Mario Bernal, Alberto García Valbuena y por Antonio Herrera Casado que, en su editorial, dedica también una nota al libro presentado: https://lm.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Faache.com%2Fvalverde-de-los-arroyos-presenta-libro%2F%3Ffbclid%3DIwAR3snVY14n0d1RkXf-vopTUY5N4e2FXgmjy_MsbSrc_6LiFCLV_UapPzTlA&h=AT1uNeDplUIayzWJfZyH3Hhmm_H9Zb8dr4R6lJKCmtFyWdZszFWnUv6-sZJyIB0Id7_FTkHpM9DqX1xA8leeyL7z7fsDJXlBkzYddU7qfVouUBo9UppwhImymh-k6sc&s=1
El nombre del pueblo anejo no es Zarzuelilla, sino Zarzuela de Galve.