Chinela 2023

 

Llevábamos dos años sin tener una chinela como San Ildefonso manda. La última chinela normalita fue en 2020 y poco después nos confinaron. Este año hemos cumplido con el rito completo, chinelas, procesión, eventos gastronómicos, etc. La pena es que comenzamos en vísperas despidiendo a una de nuestras vecinas.

 

 

Los mozos, y menos mozos, comenzaron haciendo acopio de varios remolques de brezos. Por supuesto, se regalaron el cuerpo con una buena parrillada, dado que la temperatura era bastante gélida y el viento del norte hacía volar bajo al grajo y ya se sabe que cuando vuela rasante…  Luego vendría el encañado (“Colocar las rajas de leña o los palos que han de formar la pila para el carboneo”). Y a fuer que lo hicieron bien, enhorabuena. Aunque para los cubanos “encañar” es otra cosa. Eso vendría después en el mesón y con moderación, de lo que da fe la fotografía de Conchi.

La noche también fue ventosa, las chispas volaban por la esquina de la torre y de vez en cuando hacían un barrido de los espectadores hacia las calles adyacentes. Pero el personal aguantó las rachas y el sonido del viento no empequeñeció el buen silbar de los dulzaineros, que estamos en Castilla.

 

Los y las cofrades también cumplieron: reunión de la cofradía, misa cantada de Pío X, con el alborozo del párroco, y muchos vivas y aplausos, flores y yedra para el santo y todo el pueblo con el alcalde al frente acompañando al patrón.

 

El santo, y sus acompañantes quedaron bien ahumados, como manda la tradición. Hasta al cura… casi empalideció de la impresión. Luego, pujas por los banzos del santo y corros a la puerta de la iglesia, en El Portalejo.

 

 

Unas buenas patatas con costilla recuperaron un tanto a los entumecidos feligreses. Cumplió el ayuntamiento y ayudó la Comunidad de Propietarios, que para eso se llamó antaño “de San Ildefonso”.

 

 

Incluso el día del santo, lunes 23 de enero, hubo de todo: voleo de campana, misa, procesión, chinela, la caridad y, por supuesto, mucho frío y viento del norte, de Las Piquerinas. Por la esquina la torre el grajo seguía su vuelo rasante.

 

El flamante Centro Social, con la colaboración de “La Tarihuela”, acogió primero un cálido acto de recuerdo a nuestras costumbres y a nuestras mujeres y al día siguiente una exquisita paella elaborada con primor por Ángel. La caridad de antaño ha virado hacia otras exquisiteces.

 

Y, afortunadamente, el futuro está asegurado. Un pueblo que trabaja, reza, baila y come unido permanece unido. El futuro está en nuestras manos y en el entusiasmo de los más pequeños.

 

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