Raimundo Benito Mata

Dedicamos unas entradas a personajes valverdeños que, aunque no hicieran grandes cosas, forman parte de nuestra historia más inmediata. El «tío Raimundo» fue uno de ellos. Ha pasado a nuestra historia por muchas razones y desde que su boda con Severiana Gordo quedó inmortalizada un 3 de noviembre de 1926.
Raimundo Benito Mata nació en Valverde el 31 de agosto de 1894.
Era hijo de José Benito Mata y de Gregoria Mata Benito y hermano de Macario y de Gumersinda . Se casó con Severiana Gordo (hija de Saturnino y Francisca) el 3 de noviembre de 1926. La foto de su boda es una de las más antiguas y celebradas de Valverde. Ella era hermana de Lorenzo, Victoria y Paca, y tuvieron dos hijos, Ignacio y Raimunda, ambos fallecidos.

Boda de Raimundo y Severiana, 1926
Según contaban, era muy listo, pero no tuvo más estudios que la escuela, por lo que no sobresalió en el ámbito cultural, a diferencia de su hermano Macario, que tuvo una buena formación y amplia producción literaria. De todas formas, al “Tio Raimundo” también le gustaba escribir, contaba muchas historias de su pueblo y compuso algunas poesías. Alguna de ellas reproduciremos en este escrito.
Su ideología, igual que la de su hermano Macario, era (un poco) de izquierdas. Al saber leer y escribir, tener cierta cultura y capacidades, y ser adicto al gobierno fue nombrado secretario de Palancares el 1 de Enero de 1935 y posteriormente de Valverde (septiembre de 1936) por la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y el Frente Popular. De todas formas, defendió a sus paisanos de los atropellos de los «rojos» por lo que en julio de 1937 fue llevado preso a Tamajón. Y por el otro lado, un día los soldados franquistas vinieron de Cantalojas a buscarle a su casa, pero se escapó por la ventana. Salió por el Lomo, Cerro de los Mojones, sin más propiedades que el poco dinero que tuviera. Cuentan que en el Lomo estaba todo lleno de soldados y todavía quedan allí algunas construcciones de lo que fue una zona de vigilancia y avanzadilla en dicha ladera.

Raimundo y Severiana
Así pues, poco después de comenzar la guerra, se fue a zona roja. Primero estuvo en Almiruete de enero a marzo de 1938, alojándose en casa de la Sra. Engracia, donde se le adjudicó también la secretaría de este pueblo. Posteriormente estuvo también de secretario en Retiendas y todavía hemos conocido gente que le recordaba.
Sirvió en el ejército rojo (Unidad de Trabajadores nº 6), con carácter forzoso desde el 29 de enero al 18 de marzo 1939, siendo licenciado con su reemplazo.
Por los testimonios de varios vecinos fue procesado por el gobierno franquista el 1 de febrero de 1940, ingresando en la prisión de Sigüenza. Consta en los archivos que llevaba 75 pts para su peculio y que se hermano Macario le pasó después otras 25 pts. Condenado a muerte el 6 de marzo de 1940 “por ideología izquierdista y propagandista de dichas ideas”, por haber dado “informes verbales sobre algunos vecinos del pueblo siendo asesinados” y por “adhesión a la rebelión con la concurrencia de circunstancias agravantes”. Pocos meses después se le conmutó la pena por 30 años de prisión que comenzó a cumplir en la prisiones de Astorga y de Santiago de Compostela, que debía completar hasta 1969.

Sentencia
Después de dicha condena, en 1941, siendo alcalde Celestino Mata, más de setenta vecinos de Valverde firmaron un documento solicitando su absolución, además de existir escritos exculpatorios de su hermano Macario Benito, de su cuñado Lorenzo Gordo, secretario en Albendiego, y de la viuda de Saturnino Gordo, muerto en la cárcel de Guadalajara el 6 de diciembre de 1936. Por su parte, Raimundo, en su defensa, alegó que siempre se había opuesto a los desmanes de las tropas rojas, por lo que se lo habían llevado detenido a Tamajón, que se había preocupado siempre de que todos respetaran las propiedades de los que se había pasado a la zona franquista, que había intentado que no se conociera el destino de estos para protegerles y que en su casa su esposa Severiana ocultó documentos de iglesia y la imagen del Niño Jesús, que solía utilizarse en Navidad, para que no fuera profanada. En el escrito suplicatorio, probablemente por la cuenta que le traía, acababa lanzando vivas a España y al caudillo. Por todo ello, en 1943, se le conmutó a la pena de veinte años y después se le concedió la libertad, probablemente en 1944.
Comentaba a la familia que, en la prisión de Astorga, había pasado hambre. Y que, cuando salían, al patio a tomar el sol o cuando llamaban para volver a entrar de nuevo a la prisión si alguno no se movía era porque estaba muerto.

Raimundo y su hijo Ignacio
Regresado al pueblo en fecha que no conocemos, en Valverde se dedicó a la ganadería y a la labranza, siendo ayudado por su hijo Ignacio, danzante en el lugar que correspondía a su cuñado Lorenzo Gordo (emigrado a tierras sorianas después de la guerra), y por su hija Raimunda. Cuando Ignacio se fue a Azuqueca a trabajar en la fábrica, al fallecer su esposa Severiana, el «tío Raimundo» no quería irse del pueblo. Entonces, María, su nuera se hizo cargo de él y de su padre el “tío Cesar”. que tampoco quería abandonar su pueblo.

Grabando el programa «Raices» con Manuel Garrido y Cándido Monasterio
De carácter tranquilo, con autoridad y muy buen razonamiento serrano. Recordaba y contaba muchas cosas del pueblo al que tenía un gran cariño. Tenía su sentido del humor, no le gustaba ser mal hablado y usaba una muletilla «Ay, qué letia», por lo que se quedó con el mote «el tío Letia». Solía llevar la boina puesta del revés; preguntado por qué la llevaba del revés, contestaba que bastante había ido ya del derecho.
A finales de agosto de 1991 el tio Raimundo enfermó siendo llevado a Tamajón y de allí al hospital de Guadalajara. Pocos días después, el 4 de septiembre de 1991, falleció con 97 años, recibiendo sepultura en Valverde. Con él perdimos un sabio valverdeño y la memoria de muchas de nuestras historias.
Así comienza un verso dedicado a su pueblo y las costumbres, escrito en 1977 y publicado en nuestra Carta del Pueblo en 1978.
«Es mi deseo exponer la vida actual de mi pueblo,
también la vida pasada que quiero empezar primero.
Las labores a distancia, llegando tarde a los predios,
pocas horas dando surcos con paso tardo al barbecho.
Los gañanes con sus juntas llegan de noche, por cierto,
hacia la casa paterna que madrugando salieron,
donde ya eran esperados con un cariño sincero
y llegaban, sí, cansados, pero siempre tan contentos…
Y así termina:
Ya pretendo despedirme de este relato pequeño
de la actual vida moderna y el pasado de mi pueblo,
con unas fases sencillas y unos pobres pensamientos,
siempre pobres por ser míos, pero que llevan por dentro,
nacidos del corazón, los recuerdo de mi pueblo,
que, sí , da pena pensarlo pero da más pena verlo
Y si quieres leer el poema completo, (que seguro te va a gustar) pincha aquí: https://valverdedeocejon.com/wp-content/uploads/2025/09/Unos-versos.pdf


