Carteros de Valverde.

Mucho deben los valverdeños, y todos los serranos y habitantes de nuestro mundo rural, a los peatones de correos que han hecho el servicio entre nuestros pueblos. Toda la Sierra, y toda España, fue recorrida por estos esforzados caminantes que llevaban a todos los rincones la correspondencia, las pagas, y con frecuencia (aun sin autorización oficial) comidas, medicinas, además de las noticias. Incluso, a veces, ayudaban a desplazarse a los mismos serranos. Para ellos, hoy, nuestra crónica y homenaje.

Un poco de historia

Correos fue la primera empresa pública de España, fundada en tiempos de Felipe V, bajo cuyo reinado se creó en 1716 el servicio postal como tal, cubriendo todo el país, entonces por medio de “postas”. En el siglo XIX, además de su salario, en tiempos una peseta al día, recibían un “cuartillo” por cada entrega realizada. En 1850 ya aparece el franqueo y el primer sello de correos con la imagen de la Reina Isabel II de España.

En 1861 se publica el Reglamento de cualidades para obtener el nombramiento de carteros. En él se describe a quienes ejercían el cargo como “…de conducta intachable…”, debían saber leer y escribir y habían de ser puntuales en todo momento y serios a la hora de realizar su trabajo. El nombramiento era realizado por el Gobernador Civil y a veces era adjudicado a personal militar que se licenciaba o a mutilados de guerra.

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En 1882, comenzó la incorporación pionera de mujeres en su plantilla, dedicadas a cubrir servicios de telegrafía. Una de esas mujeres sería la célebre Clara de Campoamor, que en 1890 logró una plaza como funcionaria del Cuerpo de Correos y Telégrafos, aunque las primeras mujeres no empezarían a acceder a puestos de carteras urbanas hasta 1979. Recordemos también a un hijo de Valverde. Pedro Benito, que, a principios del s. XX, fue Jefe de Administración de Telégrafos y a Macario Benito, muchos años también trabajando en este servicio en Guadalajara.

En 1889 se crea el Cuerpo de Empleados de Correos en España, a través del Real Decreto de 12 de marzo, como un cuerpo formal donde se entra por oposición y se asciende por turno de antigüedad. Y en 1894 se crea el Real Cuerpo de Carteros y Repartidores Velocipedistas, para abaratar los costes y ganar en rapidez en los repartos. Incluso nuestros carteros echaron mano de la bicicleta en alguna ocasión. En algunos países, actualmente, se está recuperando este método de repartir el correo en bicicleta, siguiendo ese mismo criterio de eficiencia.

bicicleta (IFAC Filatélico)

Bicicleta de Correos (IFAC Filatélico)

La Ley Postal de 2011 y la entrada de nuevas compañías para facilitar la competencia hizo peligrar la supervivencia de los carteros en los medios rurales y muchos desaparecieron, Frente a la amenaza que surgió entonces de desaparición total de los carteros rurales, en la actualidad el servicio se ha diversificado a otras muchas competencias y modernizado en base a la posibilidad de utilizar las modernas técnicas de comunicación por redes, equipos móviles, etc.

El correo en Valverde y Zarzuela.

Refiriéndose a Valverde, Madoz (1852) decía: “el correo se recibe y despacha en Cogolludo”, mientras que Riera (1881) lo sitúa en Somolinos, estafeta de Atienza y procedente de Sigüenza. Efectivamente, el Boletín Oficial de la provincia en 1871 había descrito con toda precisión el itinerario de ida y vuelta: Somolinos (salida a las 12,30), a La Huerce (10 km, llegada a las 14,40), Valdepinillos (3 km, 15,25 h), Zarzuela (6 km, 16,45 h) y Valverde (2 km) con llegada a las 17,30. Recorrían 21 km en cinco horas, incluyendo el reparto, lo que da más de 4,5 km/h. El regreso desde Valverde (6 de la mañana), Zarzuela (6,30 h), Valdepinillos (7,45 h), La Huerce (8,40 h) y Somolinos (11 h). Como vemos, salía de Valverde a las 6 de la mañana, recorría todos los pueblos, paraba de 11 a 13,30 en Somolinos y finalizaba en Valverde a las 5,30 de la tarde. Mucho tiempo del año de noche a noche.

Cartera (IFAC Filatélico)

La valija de Correos  (IFAC Filatélico)

Posteriormente, con la llegada del ferrocarril y mejora de comunicaciones, la parada era en Sigüenza o Humanes, estando unos años la estafeta en Cogolludo. Hubo un tiempo, dependiendo del ferrocarril y otras circunstancias de transporte, en que en la dirección del sobre se daban más pistas: “Por Sigüenza, Atienza, Albendiego a Valverde de los Arroyos” O luego más tarde “por Humanes y Tamajón a Valverde de los Arroyos”. Desde el tren de Humanes a Tamajón, la correspondencia la traía Manuel Vázquez, (La Bernal iba en días alternos) y se distribuía en bicicleta por etapas: Pablo hasta La Puebla, Aurelio y Adolfo Gamo a Tortuero y Valdesotos, y Félix Perucha a La Mierla. Nunca se comunicó entre Majaelrayo y Valverde, el a veces llamado en este tramo “camino del cartero” no llegó a existir.

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Homenaje a los carteros en Majaelrayo

A finales del siglo pasado toda la correspondencia de la zona se concentraba en la oficina de la Calle Mayor de Tamajón. Allí habían estado Clodoaldo, Remigio Gamo, y Pablo y su mujer Pilar de las Heras. En Tamajón se juntaban todos los de la zona: Juan José, Salustiano o Atilano venían desde Majaelrayo. Pedro Mínguez desde El Vado, Matallana y La Vereda, y Adolfo, Aurelio y Juan del Olmo venían de Retiendas. La oficina de Pablo bullía de actividad, y al tiempo que vaciaban y llenaban la valija, hacían registros, las cuentas, etc., cambiaban impresiones y salían presurosos, no había mucho tiempo, el camino de vuelta era largo y penoso y podía ser peligroso.

Nuestros carteros

En los primeros años del siglo XX nuestros carteros hacían el camino a pie, desde Valverde y Zarzuela hacia Tamajón, con la valija a la espalda, o a lomos de la mula, pero sin compensaciones por su uso, salvo si se le daba el título de “agente montado”. En 1904 fue nombrado Antero Esteban Monasterio con un sueldo anual de 600 pts (y unos 15.000 km a pie cada año) . Después figura, como correo peatón en el padrón de 1910, Pedro Casado García, de 55 años, natural de Bernuy de Coca, en Segovia, que vivía en Valverde con su mujer Telesfora y el resto de su familia. Más tarde lo fue Miguel Benito Mata, antes de la guerra y  víctima de ella. Después, Juan Somolinos, el de Prádena, Pablo Cuevas y Gregorio Mata, hasta la llegada de los/las carteras externas, el primero Demetrio, de Arroyo de Fraguas.

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Nombramiento Miguel Benito en 1929

Miguel Benito, padre de Trinidad, había nacido el 29 de septiembre de 1897, y estuvo destinado en el l Batallón de Cazadores Tarifa nº 5, donde sirvió durante varios años con destino en las plazas de Alcazarquivir y Larache del norte de África, siendo condecorado. Nombrado inicialmente hacia 1927, el mismo año de su boda con Antonina Chicharro, fue después confirmado en la plaza de cartero del Servicio de Correos el día 11 de abril de 1929, «con obligación de trasportar la correspondencia en caballería entre Tamajón y Zarzuela de Galve, pasando por Almiruete y Palancares y Valverde de Ocejón». Su salario era de 1012 pts anuales, que ascendió después a 1500. Una consulta efectuada a los archivos de Correos, sobre su servicio y sobre su muerte, no ofreció más información:

“En relación a su consulta sobre el cartero Miguel Benito Mata, le informo que no tenemos ninguna información sobre él. Sabemos que debía ser cartero rural y que recogía la correspondencia desde Cogolludo, donde a su vez, llegaba la correspondencia desde Atienza”.

El hecho de ser funcionario del estado durante el gobierno republicano fue el único cargo que se le pudo aplicar para ser apresado y llevado a Umbralejo. Desde allí lo trasladaron a Semillas, donde, al parecer, fue ejecutado por los «falangistas». En próximas entregas ampliaremos su historia.

Juan Somolinos, el de Prádena, parece fue un mutilado de la guerra, existiendo en la prensa histórica una referencia con el epígrafe “Medallas”. Probablemente por este motivo se le adjudicó, en la postguerra inmediata, nuestro servicio de correos. Vivió en Valverde en la Calle de la Escuela. La gente mayor le recuerda cojo, a consecuencia de las heridas de guerra, acompañado de su mula. Recuerdan que tenía tres hijas, al menos una de ellas nacida en Valverde.

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Pablo Cuevas en Palancares (imagen cedida por Isabel Cuevas)

Pablo Cuevas había nacido el 28 de Junio de 1921 y accedió a la plaza de cartero rural después del anterior, el de Prádena. Nombrado el 1 de septiembre de 1947, prestó el servicio, a pie y en caballería, día a día durante todo el año, entre dicha fecha y 1968. Además de muchas penalidades, como curiosidad, el 19 de diciembre de 1959 se hundió el puente del rio Seco de Palancares, según contaba la prensa, cuando pasaba junto al médico Heliodoro Delgado, aunque no hubo consecuencias. En Mayo de 1960 había sido nombrado también alcalde de Valverde. Se jubiló en el año 1968 dando paso a Gregorio Mata.

Tomás Cuevas, padre del anterior, tuvo que hacer el servicio, por razones familiares, un aciago 22 de diciembre de 1958. A pesar de la nieve y de los consejos de los vecinos de Almiruete y Palancares, “la correspondencia es sagrada”, tomó el camino hacia Valverde y, ya en la Pubidilla, dando vista a Valverde, tuvo que sentarse a descansar, lo que supuso su fallecimiento. Aun no siendo cartero titular, tuvo un reconocimiento por parte de la administración de correos y el hecho tuvo un amplio eco en la prensa. Una cruz de hierro, en el lugar donde fue hallado, repuesta en este año por la familia, recuerda el heroico trayecto y el triste suceso.

Gregorio

Gregorio Mata

Gregorio Mata fue ya el último cartero de Valverde, cumplidos ahora los 98 años, ejerciendo entre 1968 y 1992. También fue alcalde en varias legislaturas y juez de paz. Accedió a la plaza de cartero rural previa realización de un pequeño examen. Había que saber leer, escribir y cuentas, además de tener “una conducta intachable”. Como peatón de correos hizo el recorrido durante un cuarto de siglo, muchas veces a pie, a veces en mula, algunas en motocicleta y finalmente en un “dos caballos”, aunque no siempre autorizado por la Administración, por lo que no se le cubrían los accidentes, que alguno tuvo. Y alguna vez también, acompañado o sustituido por quien esto escribe. En 1992 Gregorio se despidió de la cartería, recibiendo un homenaje de su pueblo el 24 de mayo de dicho año y estas son frases de su escrito de agradecimiento:

“… a pesar de todos los encargos y recados que he traído, jamás ha sido en detrimento de la correspondencia; eso ha sido para mí lo más grande, lo más sagrado; por eso, ante todo ,fui cartero, no recadero… y me da muchísima pena que en mi persona se haya roto la continuidad del servicio y puesto de trabajo… la Administración sólo se fija en las estadísticas de la correspondencia que entra y sale, pero no se da cuenta ni sabe valorar lo que supone un puesto de trabajo en pueblos como Valverde que luchan por la subsistencia”.

Matasellos

Matasellos de Palancares

Y también, años después en Majaelrayo, compartió un homenaje con motivo de la celebración del Día de la Sierra, junto con todos los carteros de la Sierra: Pablo y Pilar de Tamajón, sucesores de Clodoaldo y Remigio; Salustiano y Atilano de Majaelrayo, Pedro Mínguez que iba a El Vado, Matallana y la Vereda…Y como él tantos otros héroes de la correspondencia en la Sierra como Crescencio Cerrada entre Bustares y Prádena, etc.

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Diploma a los carteros en el IV Día de la Sierra

A partir de dicha fecha se suprimió el cartero de Valverde y se decidió que el servicio sería cubierto desde Arroyo de Fraguas. En los primeros años el servicio fue cubierto sucesivamente por Demetrio Llorente, el de El Arroyo, también casi durante treinta años y en algún momento como peatón…., pero ya residiendo fuera del pueblo. y después por otros funcionarios y funcionarias. Para ellas también nuestro agradecimiento, aunque son nuestros “peatones conductores” valverdeños el objetivo principal de nuestro homenaje.

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Momento del homenaje en Julio de 2025

Merecido homenaje que les ha ofrecido `pueblo el 5 de julio del presente año con una placa de pizarra junto al buzón donde, día a día, recogían la correspondencia.

Pizarra Carteros

PD: Agradecemos a las familias de los carteros valverdeños la autorización y colaboración para elaborar el presente escrito y a Emilio Robledo por su aportación de algunos de los datos recogidos.

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