Palancares, nuestro vecino

Días atrás celebraba el pueblo de Palancares sus fiestas de agosto. Compartimos linderos, pico Ocejón, carretera y mucha historia en común. Compartimos también muchos años secretario, pastos y rondas de mozos. Hoy recordamos algunos de sus aspectos destacables.

Algo de historia
Ya el censo de la Corona de 1521 asignaba al pueblo de Palancares 32 vecinos, todos pecheros, y en el censo de 1857 su población llegó a ser de 263 habitantes. Desgraciadamente, la población actual es mucho más baja y ya sus datos se acumulan a los de Tamajón, municipio al que está anexionado desde 1970.

Gentes de Palancares y Valverde. Foto del archivo de Tamajón

Si revisamos la prensa histórica, el primer documento a que se hace referencia en el Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara refleja un apremio del 7 de agosto de 1833 de la Subdelegación de Propios y Arbitrios para presentar las cuentas municipales, al igual que a otras muchas localidades. Durante bastantes años ese tipo de requerimientos contables o estadísticos son las únicas ocasiones en que aparece la localidad.

Posteriormente son las solicitudes de registros de minas, plomo, hierro, plata, etc., las que más aparecen: “La que querías” en la Peña Picada, “La Soledad” en la Solana de los Rubiones, la de “Santa Rita” junto al Cerrillo de Vanlejos, “La Vitoria” en la Veguilla Quemada” y así hasta al menos cincuenta localizaciones que seguramente no se llegaron a explotar: Cautiva, Martinito, El Niño de la Bola, Santa Emilia en la ladera de la Cabeza de Inso…

Con frecuencia aparecen convocatorias para cubrir plazas de secretario, maestro, médico-cirujano, algún que otro pleito, notas de subastas, amillaramientos, notas sobre el arreglo de la carretera, etc. Por cierto, en 1944 se aprobó la construcción de una carretera desde Tamajón a Riofrío de Riaza que comunicaría dichos pueblos pasando por Palancares, Almiruete y Valverde.

También aparece alguna nota referente a hechos luctuosos: tormentas e incendios con daños importantes, un suicidio por ahorcamiento en 1907, un altercado con un hacha y consecuencia de muerte en 1909, una amputación de un brazo por un cartucho de dinamita en el Sorbe en 1924, un muerto al caer de una caballería, un perdigonazo nocturno de un vecino a otro mientras intentaba abatir un jabalí, algún robo, un muerto por un rayo, el hallazgo de un joven tras el triste suceso de Almiruete, el incendio de 1986…

Algunos hechos están relacionados con el río Sorbe, que cruza su término: la explotación más interesante es la Fábrica de La Esperanza junto al referido río Sorbe, en el término de la antigua Iruela, cuyos restos todavía son visibles al lado del río, y que lavaba el mineral procedente de las minas de oro de La Nava. También en junio de 1912 se publica una concesión a Boeticher y Navarro de 2000 l. de agua por segundo del río Sorbe para un salto de agua. Y en 1972 se construyó aguas abajo el embalse de Los Ramos, cuya cola podría haber afectado el término de Palancares en caso de
haberse llevado a cabo la ampliación que se proyectó en su día.

El Día del árbol
Crónicas destacables y todavía recordables son las que hacen referencia a la celebración del Día del Árbol, organizado en la escuela por los maestros en la segunda parte de los años veinte del pasado siglo: En dichas crónicas aparecen detalles de los actos y de las personas participantes, como vemos en los cuadros adjuntos, correspondientes a 1927 y 1928.

Probablemente los dos hechos más destacables de la localidad son la anexión al municipio de Tamajón en 1970 y la expropiación y pleitos subsiguientes del terreno por parte del entonces Instituto para la Conservación de la Naturaleza para la plantación de pinos (¿y encinas?). El acta previa de ocupación se fijó para el 10 de junio de 1975 y se ejecutó en 1983. También, años después, se celebró el Día del Árbol, pero ya dentro de los actos conflictivos que siguieron a la expropiación de terrenos y proyecto de replantaciones por parte de ICONA, Pero a estos dos hechos, que merecen una mención especial, le dedicaremos una entrada más adelante.

Las fiestas.

Como vemos en el recuadro adjunto, Sinforiano García Sanz en 1953 describe con bastante detalle las botargas de Palancares. Y en 1984 la prensa hacía mención de la fiesta de San Blas el 5 de febrero, comentando los actos: comienzo de jornada con migas y chocolate, juegos de bolos y carreras, misa y procesión con subasta de ofrendas, y cuestación para arreglar el tejado de la iglesia bajo la dirección del párroco Francisco Ruiz Zurro. Y por la tarde, los botargas efectúan su desfile por las calles, solicitando de los vecinos sus donativos con los que sufragan después sus típicas meriendas. ¿Fue aquel el último año en el que salieron los botargas de Palancares?

La segunda fiesta votiva de Palancares estaría dedicada a la Inmaculada, que es la titular de la iglesia parroquial. En la actualidad los actos festivos se celebran el primer fin de semana de agosto y va adquiriendo cada vez mayor predicamento. Los antiguos vecinos y de los pueblos próximos, y sus descendientes, se congregan en su remozado pueblo en estas fechas y celebran la fiesta con nuevas actividades, aparentemente más acorde con los tiempos. El pueblo luce nuevas calles empedradas, se ve animado por las iniciativas de su asociación cultural, ha reformado su fragua y dispone de nuevos locales y alojamientos.

Quizás, únicamente, la práctica del ancestral juego de bolos (a punto de ser remozado con nuevos maderos), el viejo olmo, una ronda y los botargas que antaño recorrían sus calles, sean los únicos elementos que echamos en falta quienes hemos vivido y apreciado las antiguas tradiciones serranas. Y una ruta reconocida de ascensión a Ocejón, siempre presente en el horizonte, dado que es el único pueblo de los alrededores que no la tiene marcada, y que sería, probablemente, la más difícil de todas ellas.

Y por supuesto, más gente, más ganado, más servicios, recuperar el monte…

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